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Continúa nuestra serie para comprender cómo funcionan las encuestas. Ya repasamos los pasos previos para diseñar un modelo de encuesta que garantice los mejores resultados dependiendo de lo que buscamos. Ahora estamos, pues, ante la parte de las encuestas que les da nombre, y quizá, la parte más delicada: el operativo de campo.

Todas las etapas son críticas y tienen el potencial de descarrilar la investigación. Sin embargo, el operativo de campo es el paso de la encuesta en el que el proceso sale del laboratorio, del escritorio, y ya participan muchas más personas y la variabilidad es amplia. Por eso, esta es una de las etapas que hay que conocer con mucho detenimiento para comprender esas zonas complejas dentro del proceso de la encuesta.

Hay una variedad de modos para realizar este operativo de campo y administrar las preguntas. La primera división importante sería la que hay entre los modos autoadministrados y los que administra una tercera persona. Los primeros son los que la persona seleccionada para formar parte de la muestra es la que recibe y debe responder. Puede hacerlo por medio de una encuesta en línea o en papel vía el correo. Las encuestas que administra una tercera persona suelen ser telefónicas, o de hogares, o persona a persona.

Cada una de estas modalidades tiene ventajas que las hacen pertinentes para distintas situaciones. Por lo general, las preguntas autoadministradas suelen ser menos caras que las encuestas que aplica una tercera persona. Sin embargo, se trata de cuestionarios que requieren que las personas entiendan perfectamente todas y cada una de las preguntas, que tengan acceso a computadoras o internet cuando sea el caso, y a que no haya problemas para transmitir sus respuestas (en el caso de tener que enviar de vuelta la encuesta contestada por correo, por ejemplo). El principal aspecto a considerar para valorar la pertinencia y la efectividad de cualquiera de estas modalidades es la tasa de respuesta.

La tasa de respuesta es simplemente la cantidad de personas incluidas en la muestra que responden efectivamente a las preguntas dividido entre el número total de personas incluidas en la muestra. Según Erin Ruel, en 100 Questions (and Answers) About Survey Research, un 70% de tasa de respuesta es lo buscado, sin embargo, cada vez es más difícil alcanzarlo. Esta tasa ha ido en descenso debido a algunos factores sociales bien identificados. Por un lado el incremento en el ritmo de vida, la reducción del tiempo libre han hecho que las personas sean más escrupulosas con su tiempo y con el contacto con personas que los buscarían para encuestarlos. También ha cambiado el uso del teléfono fijo, y a últimas fechas el teléfono celular, y eso también contribuye a las tasas de respuesta menores. De las modalidades, las preguntas aplicadas por terceras personas y cara a cara son los que más alta taza de respuesta tienen, pero al mismo tiempo, son las que resultan más onerosas.  Para elevar esta tasa es importante ser convincente y claro en los propósitos de la encuesta. También hay casos en los que se opta por entregar algún tipo de compensación menor –algún souvenir por ejemplo–. En cualquier caso, hay que tener mucho cuidado con esta búsqueda de incentivar la participación para no influir en los resultados y para tampoco molestar a las personas incluidas en la muestra.

Como decíamos al principio, esta es la etapa más complicada del proceso porque incluye una gran cantidad de variables que escapan al control sencillo del laboratorio o la pantalla de computadora. Es decir, es el momento en el que todos los planes se topan con la vida real. Y en ese sentido, es importante decir que es el espacio en el que se pueden hacer mucho para transparentar y para mejorar la recolección de datos. Las personas encargadas de aplicar la encuesta pueden acudir o no a las zonas especificadas por el muestreo; el fraseo de las preguntas –que tiene que ser específico y apegado al guión–, puede cambiar; la recolección de las respuestas puede ser inconstante, incluso puede no aplicar el cuestionario siguiendo las instrucciones establecidas. Para poder minimizar estos riesgos para las encuestas aplicadas en México, se deberían establecer controles claros y verificables para este proceso, monitoreos de las actividades de las personas que aplican las preguntas que transparenten el modo en el que se aplicaron y así garantizar la confiabilidad de los datos. De lo contrario, esta seguirá siendo una zona gris cuando en realidad requiere ser extremadamente diáfana.

Las dificultadas que ya plantea el operativo de campo se verán  intensificadas por las condiciones que impone la pandemia de covid-19 y la nueva normalidad. Ante la reticencia posible de las personas o el incremento en la cantidad de llamadas que reciben, muchos recurrirán a las encuestas en línea. Hay que ser cuidadosos con este tipo de encuestas, porque es sencillo obtener resultados llamativos sin que el análisis de datos valide la representatividad y la confiabilidad de los resultados.

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En NGResearch publicamos diariamente los resultados de encuestas relevantes a los sucesos de la vida cotidiana como ¿cuál es la actitud de las personas en México frente a la automedicación o frente a la piratería? Visítanos y síguenos en nuestras redes.