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Es una pesadilla de cualquier empresa que maneja datos personales: de un día para otro, la operación cotidiana de sus servicios están interrumpidas, secuestradas por un grupo criminal que pide el pago de un rescate para que estas vuelvan a funcionar como siempre. Cada vez más común en el ámbito cibernético, ahora el ataque fue contra una empresa dedicada al monitoreo de los datos personales más íntimos: Garmin, proveedora de GPS y monitores de actividad física portátiles, confirmó que fue víctima de un cibersecuestro de sus datos esta semana. Este caso pone de manifiesto la necesidad de llevar a cero las vulnerabilidades de seguridad en estas tecnologías: la protección  de los datos personales que son la razón de ser de los dispositivos; datos que, por lo demás, son extremadamente sensibles: desplazamientos, así como hábitos y monitoreos del estado de salud. El uso de wearables  –ponibles, recomienda la Fundeu–, es incipiente alrededor del mundo: en un estudio de 2019 en Estados Unidos, Gallup registró que al momento de la pregunta el 19% de los adultos usaba un wearable para monitorear su actividad física. ¿Cómo estamos en México? En NGResearch hicimos esa pregunta hace unos años a adultos en el país y su respuesta fue consistente. 

La versión más popular entre las personas en México son los dispositivos vestibles o ponibles que se llevan en la muñeca. El 96% lo hacen. Solo un tres por ciento recurrían en 2016  a los lentes inteligentes como herramienta de monitoreo. Además, de ese cinco por ciento de personas que respondieron sí tenerlo, la mayoría lo usa como una herramienta para monitorear la actividad física en distintas acepciones y en su mayoría lo hacen como un monitor de salud. 

El caso de Garmin, que según los reportes más recientes está ya en proceso de recuperar los datos y la funcionalidad normal de sus servicios, resalta la confiabilidad que se requiere para entregar datos a las empresas monitoras. El Pew Research Center consultó a personas en Estados Unidos sobre si es aceptable o no que se compartan los datos que estos dispositivos recolectan con fines de investigación médica y científica. La opinión estuvo dividida: 35% dijeron que era inaceptable, 41% dijo que era aceptable, y 22% dijo no estar segura. En México, al preguntarle a las personas sobre qué tan dispuestos estarían a recomendar a más personas que utilicen este tipo de dispositivos, el consenso fue sorprendente: casi el 85% de los usuarios lo harían. 

Preguntamos también por las razones por las que las personas que no tiene un wearable y contrario a lo que se podría pensar, la principal razón no fue una de costo sino el desconocimiento. No estar al tanto de su existencia, o de su funcionamiento y aplicaciones también es un tema de disponibilidad y sin duda es un espacio que el interés de las empresas y la curiosidad de las personas irá llenando en los meses y años por venir. 

Con el crecimiento del acceso y la variedad, tiene que venir aparejada una mirada crítica sobre las prácticas de privacidad y seguridad que este tipo de tecnologías requieren. El caso de Garmin, que parece haber sido oneroso para la empresa, pero, hasta este momento, benévolo para las y los usuarios, así nos lo recuerda.