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La tecnología –ese conjunto de herramientas electrónicas, muchas de ellas portátiles y enlazadas a la internet, aunque no exclusivamente– está en todos lados. No hay actividad social, pública o privada, que no reciba los efectos potenciadores de estas herramientas. Esta ubicuidad hace que sea difícil por momentos pensar en su ausencia o en su pertinencia. Por ejemplo, la tecnología y su relación con la infancia. ¿Cuándo es pertinente que los niños accedan por su cuenta a ciertas tecnologías –a un teléfono celular, a una computadora con internet, a una cuenta de redes sociales, por mencionar solo algunas? Más amplio aún, la tecnología en sí, ¿ayuda o perjudica a la infancia? Para encarar estas preocupaciones, planteamos estas preguntas en nuestra encuesta. 

Ante la pregunta frontal sobre la relación de la tecnología y los niños y las niñas, la respuesta plantea la ambigüedad que este tema trasluce: el 41 por ciento de las personas en México creen que la tecnología es al mismo tiempo benéfica y perjudicial. Que la respuesta mayoritaria fuera la ambigua “ambas”, –tanto beneficia como perjudica– es revelador de lo complicado de la materia. No es sencillo dirimir este tema. Al voltear a otros países la división también es manifiesta. En una encuesta realizada por el Pew Research Center en 2015, el 33% de los padres respondieron que en el último año se sintieron preocupados por el uso de la tecnología de sus hijos. 

Al observar con más detenimiento esta cuestión, las respuestas arrojan un panorama interesante en el que quedan expuestos los temores de las madres y los padres ante sus hijos. Preguntamos si es bueno o es malo que un niño tenga cuenta de redes sociales, y solo el 11 por ciento opinó que es algo bueno. Ante la misma pregunta sobre las consolas de videojuegos, por ejemplo, la respuesta positiva es marginalmente mayor, 15 %, y pero la ambigua “ni buena ni mala” fue una respuesta dada en 37% de las ocasiones. Curioso también que el acceso a internet sea aceptado y considerado ni bueno ni malo por el 57% de los padres. 

Otra de las cuestiones que planteamos fue la edad a la que los niños están listos para usar tecnología. La mayoría de las respuestas se concentra en en la zona entre los 10 y los 15 años, con un 63 por ciento. Es interesante tener en cuenta que casi el 10 por ciento reportó no saber o no contestó. 

En otro estudio, este realizado entre padres en el Reino Unido, el 22% de ellos dijeron que es sensato que los niños de 11 años de edad tengan acceso a un teléfono inteligente; la cifra sube a 85% al consultar si es los 16 años de edad es adecuado para tener esta tecnología.  Y las preocupaciones que plantea esta preocupación, para las personas en México, son muy claras. Para el 63% está muy o algo de acuerdo con que la tecnología es peligros en función de la información a la que pueden quedar expuestos los niños. En una proporción similar, el 60% está muy o algo de acuerdo con la afirmación que la tecnología ayuda a los niños en su aprendizaje escolar. 

La tecnología entraña constantemente un desafío a las costumbres: trastoca y modifica, y por lo general toma tiempo adaptarse a ella. Sin embargo, sería ingenuo no reconocer la complejidad y las ambivalencias que este tema entraña: por un lado dejar de considerar los desafíos y las amenazas en aras de abrazar el cambio y por otro, olvidarse de los aportes tecnológicos en respuesta a miedos irracionales.