Según la encuestadora Gallup, la tasa de fumadores activos en Estados Unidos describe una pendiente en descenso –con algunos repuntes en periodos particulares. Desde finales de la década del ochenta, en Estados Unidos el porcentaje de personas que fumaron un cigarro (en la última semana, es la pregunta de Gallup), no ha rebasado el 30%. ¿Cómo es ese panorama en México? Hace algunos años hicimos una encuesta sobre el hábito de fumar cigarrillos en nuestro país. La respuesta a la sencilla pregunta sobre si fuman, cambió mucho en un periodo de dos años. La gente que respondió que sí fuma incrementó 13%, para quedar en 38%. La gente que no fuma, bajó a su vez 14%
Al consultar a las personas en México por la cantidad de cigarros que fuman en el día, descubrimos que el promedio, en ese lapso de dos años no cambió. Seis cigarros al día es el promedio que los fumadores consumen. Lo que sí subió, cinco puntos porcentuales fue la gente que dijo fumar entre 3 y 4 y 7 y 8 cigarros diarios.
Resulta interesante al preguntarle al porcentaje de personas que dicen fumar si se consideran adictas al cigarro. De ellas, una importante proporción asegura no serlo. Como sucede en las conversaciones informales, la pregunta que va aparejada a esa es saber si elegirían fumar o no. A esta pregunta, las proporciones se acortan un poco, y quizá esto señale o permita inferir una relación ingrata frente a la conducta adictiva.
En Estados Unidos, según el Pew Research Center las personas, al planteárseles una lista de problemas de salud por grado de severidad, el primer lugar lo ocupa el cáncer con el 79% de las personas que lo consideran así. En la escala, fumar ocupa el sexto lugar nada más, con el 53% de las personas que lo perciben así. En nuestra encuesta, nosotros queríamos revisar si las personas que aceptaron ser fumadoras estaban o no de acuerdo con los impuestos a los cigarros. Al plantearles si el gravamen es justificado o lo perciben como una medida discriminatoria e injusta, el resultado fue desconcertante.
Al plantearle a las personas fumadoras que respondieron a nuestra encuesta que, sabiendo todo lo que saben sobre el cigarro, ¿les gustaría dejar de fumar? La respuesta en dos años cambió muchísimo. La gente que aceptó que sí le gustaría dejar de fumar pasó de casi 70% a menos de la mitad.
El daño que provocan los cigarros está documentado desde hace décadas y los estragos que provoca, tanto a los individuos como a los sistemas de salud también. Aún así, como sucede con las substancias y las conductas compulsivas y adictivas, es complicado cambiarlas y lograr que el cambio sea duradero. Una parte fundamental para iniciar este proceso es la voluntad de las personas para realizar el complejo tránsito de un comportamiento a otro o explorar opciones menos dañinas para la salud.