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Vivir una pandemia de proporciones globales exige un grado de disciplina y comportamiento responsable alto para evitar su continuación. Porque todos hemos recibido información falsa y mensajes en redes sociales que promueven remedios dudosos o llanamente nocivos para la salud. El pensamiento científico es una herramienta invaluable para distinguir lo valioso de entre el ruido y la desinformación. Parecería que estamos bien equipados para ello. Desde pequeños nos recuerdan que las personas dedicadas a la ciencia son cruciales para el funcionamiento de la sociedad. Crecemos con una imagen muy respetable de su labor, sin embargo, parece que esa perspectiva no se traduce en familiaridad con la ciencia en la edad adulta. Sin embargo, según la Encuesta Nacional de Ciencia y Tecnología emprendida por la UNAM, al preguntar tres palabras que asocien con ciencia, la primera con casi 20% de frecuencia fue “no sé”. 

En nuestra encuesta sobre la confianza que les provoca la ciencia a las personas en México, los resultados son reveladores. Al plantearles qué tanto confían en que los científicos les dicen la verdad, la distribución desalienta. Solo el 8 por ciento de las personas contestó que confían mucho en que los científicos dicen la verdad. En contraste, el 16 por ciento dijo que no confían nada. 

Este tipo de resultados, a la luz de la epidemia de covid-19, preocupan. La negativa de vacunarse o la disposición a creer en charlatanerías en lugar de seguir medidas de salud pública aceptadas y promovidas por la ciencia parecen relacionarse directamente con esta desconfianza. Decidimos consultarlos sobre conceptos específicos entonces. Qué opina la gente sobre temas contenciosos o cuestiones que se discuten en la prensa. Uno de ellos es el cambio climático. La distribución de respuestas cambia un poco; la gran mayoría se concentran en que confían “algo” en lo que los científicos dicen sobre el cambio climático. Un tema aparentemente zanjado y decidido como la creación del mundo tiene una distribución más dispersa, además del menor porcentaje de personas que creen en lo que los científicos dicen sobre el tema con 15%. 

Vistos estos resultados uno podría concluir sin equivocación que el panorama en México es deficiente en términos de aceptación de la ciencia. Pero también se puede interpretar en el sentido opuesto: la situación de la ciencia en México es una   enorme área de oportunidad. El acceso para niños, y sobre todo niñas a materias científicas y tecnológicas, la divulgación de temas científicos entre el público en general y la familiaridad con los conceptos y las prácticas de la ciencia y la educación tecnológica tienen una gran posibilidad de crecimiento en México.