De todas las industrias, prácticas y costumbres que la epidemia de Covid-19 frenó, apenas unas vuelen a activarse. El futbol profesional es uno de los deportes que está haciendo su lenta vuelta en este país. Las ligas profesionales deportivas, sobretodo en países de Europa y Asia, han vuelto en condiciones particulares. La constante es que los estadios están prácticamente vacíos (salvo que seas Corea del Sur): las butacas serán lo último en llenarse como antes del arribo del SARS-Cov-2. En México, este fin de semana comenzó una nueva temporada de la Liga. Bautizada con el extraño nombre de “Guard1anes 2020” para celebrar al personal de salud que hace frente a la pandemia. Los partidos cumplen con un “Protocolo sanitario” que incluye toma de pruebas, sanitización de espacios y filtros de seguridad. (No obstante que ha habido decenas de casos, los partidos siguen sucediendo). Es claro que el deporte profesional como espectáculo era una de las maneras con las que las personas en este país, y en el mundo, llenan el tiempo libre. En una de nuestras investigaciones, le planteamos a personas en México si les gustaba precisamente el futbol. La respuesta, curiosa, va a contrapelo del saber popular.
En el imaginario mental, es el deporte preferido por una gran cantidad de personas en México. Sin embargo, solo el 46% dijeron que les gustaba el futbol. Es una cantidad que revela cierta relatividad en la popularidad de este espectáculo. Una de las preguntas que se imponen, después de esta, es la que inquiere en particular sobre esas butacas vacías. De las personas que respondieron que sí son parciales al futbol, cuántas suelen frecuentar el estadio para ver los partidos.
Resulta entonces que las personas que la proporción que acude al estadio a ver a sus equipos favoritos es poca. Entonces, para completar el panorama de los espectadores de futbol en México, les preguntamos por los medios por los cuales consumen este deporte. La abrumadora mayoría respondió que lo hace por televisión abierta.
Es revelador que la radio juegue un papel aún significativo con más del 35% de las respuestas afirmativas. Este es un deporte que, de alguna u otra manera, parece estar presente en la cotidianidad. Según el INEGI, en 2018 la “Industria Mexicana del Futbol” da cuenta del 0.4 por ciento de la producción nacional; es decir que el valor de de las ventas más los efectos económicos secundarios que estas provocan se estiman en un total de 114 mil millones de pesos por año. La situación crítica que imposibilita llenar estadios y promover el consumo masivo en el sitio, debería servir como un motor de creatividad para buscar alternativas para satisfacer una demanda que, aunque es amplia, resulta no ser lo abrumadora y extendida que podríamos suponer.